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Aquellos que ya están atrapados en este problema de consumo de esa
sustancia, que se aspira por la nariz, los consumidores locales,
calculados en miles por día, pagan por algo que creen es cocaína,
aceptada con sus “cortes”, cuando la verdad es que se trata de un
conjunto de adictivos que pueden llevarle a una muerte segura.
Hileras de motociclistas se desplazan por las calles de barrios con sus
clientes, que al llegar a los puntos o hacer contacto con vendedores
situados en calles o esquinas clave de contacto, se tranzan en la venta
de esta droga que les produce diferentes efectos placenteros, excitantes
y hasta alucinógenos.
Hay una estafa clara en la venta de esta droga, y mientras el consumidor
sigue creyendo es cocaína, su adición a esa mezcla de sustancias avanza
y mantiene su salud entre en juego de muerte .
Los síntomas ya están a la vista en las calles, con la presencia en la
diversidad sexual de adolescentes, jóvenes, adultos y hasta gente
entrada en su vejez, con problemas mentales y pulmonares respiratorios;
flácidos, enfermos, rateros, asaltantes y asesinos. Además, se añaden
las desgracias que padecen las muchas familias cuyos parientes adictos
tienen serios problemas de conducta.
Diálogos francos, mantenidos con padres y otros integrantes de familias
residentes en diferentes sectores de la ciudad, revelan la existencia
de un problema que agobia esos ambientes; peleas y discusiones en la
familia, rebeldía de hijos, cambios radicales de conducta; ausencias del
hogar, especialmente menores de edad, alteraciones del humor,
sustracción de pertenencias en el hogar, entre otras situaciones.
Irritación y agresividad son también reacciones que indican de alguna
forma un problema que podría estar asociado al consumo de drogas, que
en el caso tratado tiene sus particularidades de mayor peligro al
desconocer el consumidor el contenido de lo que “esnifa” o inhala a
través de sus fosas nasales.
Qué compran y consumen
Sobre este tema habló gente activa, y otros antes ligados a este negocio, siempre bajo condición de anonimato.
Créase o no, la compra que los usuarios gestionan en pequeños puntos,
calles o esquinas de la ciudad, ofertada y creyendo que es cocaína, lo
que en verdad se está negociando y con mayor venta, que termina en manos
del cliente, es una mezcla de sustancias: veneno para ratas -que
ocasiona un efecto fuerte en el estómago-, maicena, talco, tiza, cal,
azúcar blanca y de leche, aspirinas, o una mescolanza de drogas activas
como la procaína, que es un tipo de anestesia de composición química,
con un parecido a estimulantes como las anfetaminas.
La prueba no es oler, sino anestesiarse
Lo que está
llevando a tanta gente a consumir esta presunta cocaína, desde la
norteña comunidad Villa Guerra hasta el populoso y marginal barrio Santa
Rosa, en los bordes del río Baní; y desde los confines de asentamientos
bajo el dominio apabullante del Cerro Gordo, en el este, hasta la
estirada y enmaranada franja hacia el oeste que acoge a Villa Majega, es
la fuerza de los elementos anestésicos, que son claves en estos
negocios.
Aquellos que consumen estas sustancias hacen prueba bajo la suposición
de que, al inhalar una línea de estos polvos, que forman la estafa al
presentarla como cocaína, a través de sus orificios nasales, o colocarlo
sobre sus lenguas o encías, si sienten su fuerza anestésica dan por un
hecho de que el producto es de buena calidad.
Durante años se han estado haciendo de una fortuna a expensas de la
salud y la existencia de vida de mucha gente, muchos individuos que en
la demarcación de Peravia camuflan una variedad de sustancias como si
fuera cocaína.
Un ejemplo de esto es la cocaína como sal de clorhidrato, que es soluble
al agua, y es un fármaco hipnótico y sedante. Este compuesto irrita la
mucosa y estimula las glándulas de la mucosa bronquial.
Los dueños de puntos siempre disponen de estos productos, que adquieren
en farmacias y otros medios. Sus víctimas desconocen que lo que los
anestesia y los hace sentir “high”, bien alto, en su “nota”, no les
llega de los estimulantes de la cocaína, sino de anestésicos.
El levamisol, la benzocaína, procaína, tetracaína y lidocaína, que
también pueden estar presentes en salas de odontología, son productos
accesibles para el negocio que los emplea para esta estafa que lleva,
poco a poco, a una destrucción física y mental del consumidor, hasta que
acaba con su vida.
El levamisol tiene un uso arrollador. Es un adulterante de la cocaína
vendida aquí. Causa efectos secundarios muy graves y es fácil de
conseguir en farmacias locales. Es un producto básico en los “cortes”
usados en el negocio de cocaína, y se distingue por su apariencia
cristalina. Este fármaco fue retirado de los mercados de los EE.UU. en
el 2000 y de Canadá en 2003, debido al riesgo de efectos secundarios
graves. Se usa en la medicina veterinaria como desparasitante para el
ganado.
Una familia en la que están involucrados abuela, hijos, hijas y nietos,
en la preparación y venta directa de estas mezclas que hacen pasar por
cocaína, reveló ayer a Listín Diario cómo opera todo este negocio. La
benzocaína es un anestésico local, empleado como calmante del dolor.
Actúa bloqueando la conducción de los impulsos nerviosos.
Otro fármaco que también forma parte de este grupo es la lidocaína, un anestésico local que se utiliza en oftalmología.
CONTENIDO DE SUSTANCIAS QUE MATAN
Aquellos
individos metidos bajo todo riesgo en esta estafa de venta de sustancias
dañinas a la salud, pasadas como cocaína, emplean sus habilidaes para
cubrir el negocio con oferta de un producto puro.
En un barrio del oeste de Baní, cargado de desempleo y mucha pobreza, un
individuo explica cómo hacen el molido de trozos de tiza y la mezclan
con anestésico de sabor que producen efectos estimulantes al consumidor.
En casos contados, la cal blanca es molida y mezclada con pequeñísimas
muestras de cocaína, pero aumentan el volumen con azúcar blanca y azúcar
de leche”, una mezcla que puede tener resultados fatales inmediatos.
Los médicos, específicamente cardiólogos, explican que los problemas
cardiovasculares son habituales con el consumo prolongado de la gran
mayoría de drogas, debido a que estas sustancias alteran el
funcionamiento normal del corazón.
Mientras algunos fármacos provocan una actividad muy alta de este
órgano, otras hacen todo lo contrario. En ambos casos se produce una
variación de la presión arterial.
Abusar de las drogas puede conducir a ataques cardíacos, infecciones en los vasos sanguíneos y otros problemas cardiovasculares.
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