¿Qué se hará después de investigar? ¡Pregunta obligada!
Como siempre, vendrá ahora la designación de comisiones oficiales
para indagar en torno a los desastres causados por las torrenciales
lluvias que trajera la tormenta tropical Baryl, y que encontraron como
caldo de cultivo, en gran parte, los descuidos y los vicios de
construcción de que adolecen las “majestuosas” obras construidas por el
actual Gobierno dominicano, con un ministerio de competencia indiferente
que, como es obvio, nada supervisa durante la realización de las
edificaciones públicas. Al final, muy bien se les pinta y se decoran,
para llenarles los ojos a los ingenuos.
El mejor ejemplo de lo expresado, lo constituye el vistoso hospital
Moscoso Puello, inaugurado con “bombos y platillos” por el señor
presidente de la República, hace apenas alrededor de tres meses, cuyos
trabajos fueron a un altísimo costo, y quien de manera eufórica
manifestó, “que el mismo no tenía nada que envidiarle a ningún centro
asistencial privado del país”. Los aguaceros últimos, y los ingenieros
contratados, quitaron toda la lucidez a sus palabras politiqueras; y,
desesperanzaron una vez más, claro está, a los asiduos usuarios del
hospital público de que se trata.
¡Qué chasco conmovió por supuesto a la población en ese orden! “Eso
llora ante la presencia de Dios”, como se dice popularmente. Penosa
realidad la que se observa en las fotos que, sobre el mayúsculo desastre
acaecido en ese centro asistencial, publicaran los periódicos locales
para edificación de la sociedad.
¿Qué dirá la gente pensante en el exterior, ante ese deprimente
espectáculo?, respecto del cual dijo el flamante director de la OISOE,
señor Francisco Pagán, “que la edificación no tiene vicios, sino que se
trató de basura que obstruyó las tuberías”. ¡Qué tupé caray! ¿Cuántos
camiones de desperdicios se arrojarían en el techo de la edificación?
(Ver: “Listín Diario”, del 14-7-18, página 4ª).
Es obvio que, con los precedentes asociados que se tienen en esta
nación, la pregunta que obligatoriamente asalta sería, ¿se conocerán las
verdaderas causales después de la investigación? Y, que tal como dijera
el ministro de Salud Pública, Rafael Sánchez Cárdenas, “de comprobarse
deficiencias y fallas en su construcción, favorecerá someter a la
justicia a los responsables”. Cuántas “dependeduras” se advierten en
torno a sus palabras. ¡Podrán ser muy ciertas, pero increíbles se
reportan por el momento! (Ver medio citado)
Asumiendo que se comprueben significativos vicios de construcción
atribuibles a la obra, y se recurra a los tribunales de la República,
¿se hará justicia? Lo acontecido con otros casos pasados, frescos aún,
dicen claramente lo que puede ocurrir de nuevo: mediarán otra vez las
circunstancias atenuantes de estilo; los incidentes provocados por los
abogados defensores; y, claro está, las ligazones con el poder
político-social que rige, también se dejarán sentir. ¡Difícilmente, algo
punible relacionado se pueda lograr!
¿Qué es lo más seguro, en adición a la esperada burla judicial? Qué
al margen de la recomendación que hiciera el presidente de Colegio
Médico Dominicano, señor Wilson Gómez, que “exigió al gobierno que
repare los hospitales de inmediato”, se continúe con la misma práctica
de siempre: hacer los parches más necesarios, y buscar la forma de
aminorar la presión social a los mandantes de turno, mediante la
publicación en la prensa de declaraciones oficiales entretenedoras.
¡Remendar y reparar no es lo mismo!, qué conste la diferenciación.
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