El hombre de la masacre del Barrio Enriquillo mató también el perro chihuahua de la casa.

En una ocasión Portorreal Mendoza (El Metálico), tomó también la gallina de un vecino, la degolló y se bebió la sangre caliente que derramaba el ave directamente de la herida.
Todos los días Portorreal Mendoza, quien era apodado como “el Metálico, Chamán Chakra o la Greña, transportaba los niños de Reyna Isabel a la escuela San José, ubicada en el kilómetro siete y medio de la carretera Sánchez.
Vecinos del lugar creen que lo que desató la ira de Víctor Alexander Portorreal Mendoza en contra de la familia que lo mimaba y lo consentía, fue un culto que hizo un vecino evangélico en la proximidad.
“En medio del culto, cuando el asesino entraba a la vecindad, el pastor predicando empezó como a tirar puya y decía “aquí me huele a metálico, “me huele a santería”, “me huele a altares”, “es más, me huele a sangre, me huele a muerte”, contaron.
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